A quienes han cometido diversos errores en su vida os digo: Cuando os sintáis solos, y necesitéis amor, cuando no haya en la Tierra una voz amiga que os consuele ni alguien que comparta su pan con vosotros, buscad a aquel que ama aunque no sea amado y que en verdad perdona, sana y consuela a todos los pecadores.
Si os sentís muy pequeños para que Dios se ocupe de vosotros, es porque no concebís la grandeza de vuestro Dios, el Padre Creador. En mi amor de Padre, no vengo a fijarme en vuestra pequeñez.
Recordad lo que hacen vuestros padres materiales cuando sois pequeños, cuánto se desvelan para cuidaros. Pues el conjunto del amor de todos los padres y de todas las madres de la Tierra es sólo un débil reflejo de lo que os ama Dios.
No me avergüenzo de vosotros, y a pesar del vuestros pecados e imperfecciones, jamás negaré que sois mis hijos. Mas bien han sido los hombres los que han llegado a avergonzarse de Mí negándome en múltiples ocasiones.
He venido a los pecadores, no a los justos, por lo tanto no os escandalicéis. Amo a todos mis hijos, sanos y enfermos, limpios y manchados y a todos atiendo.
En este mundo tenéis un reflejo del amor divino en el amor de vuestros padres, a ellos podréis volverles la espalda, desconocer su autoridad, desobedecer sus órdenes y desoir sus consejos; podéis con vuestras malas acciones causar una herida en su corazón, hacer que sus ojos se sequen de tanto llorar, que sus sienes se pueblen de canas y sus rostros se surquen con las huellas del sufrimiento, mas nunca dejarán de amaros y sólo tendrán para vosotros bendiciones y perdón.
Y si vuestros padres que no son perfectos, dan tantas pruebas de un amor puro y elevado, ¿Por qué os extrañáis de que quien formó esos corazones y les dio esa misión de ser padres, os ame con el amor perfecto? El amor es la suprema verdad. Por la verdad me hice hombre y por la verdad morí en cuanto hombre.
¿No miráis cómo los rayos del sol, iluminándolo todo, llegan hasta la más infecta charca, volatilizándola, elevándola a los espacios, purificándola y convirtiéndola finalmente en nube que habrá de pasar sobre los campos, fecundándolos?
Sorprendo a muchos pecadores en sus meditaciones diciendo: Padre: ¿Cómo has puesto tus ojos en nosotros los pecadores si ves que vivimos en un mundo de cieno y de pecado? A lo cual Yo os respondo que mi poder hace brotar lirios de entre el mismo fango de donde nadie podría imaginar que surgiera una flor de tan maravillosa pureza.
En los corazones de los grandes pecadores que han sido como tierra estéril para mi simiente, volveré a sembrar hasta que de las rocas broten flores.
en algunos contemplo la dureza de la roca y la frialdad del mármol, más por mi amor y mi ternura hago brotar agua de las rocas que os darán el calor que necesita vuestro espíritu.
Nunca será tarde para el arrepentimiento, para la reparación de un error o la regeneración de un pecador.
He venido a cambiar el fardo de vuestra iniquidad por el dulce peso de mi cruz, para que descanséis del pecado que os ha agobiado por siglos.
Hoy mi calor desciende entre vosotros para dar vida a vuestro corazón; pero este calor no marchita las flores que en vuestro espíritu estoy cultivando.
Yo os perdono, por los errores cometidos, pero debéis comprender que mi perdón no os evita las consecuencias de vuestras faltas, porque los errores son vuestros, no míos. Mi perdón os estimula, os consuela pero mientras no me busquéis por los caminos del bien, del amor y de la paz, ya lo sabéis y no debéis de olvidarlo; el mal que hagáis o que penséis hacer, lo recibiréis devuelto con creces.
Es necesario que reparéis vuestras faltas para que devolváis a vuestro espíritu su limpidez. Yo consuelo al que se arrepiente sinceramente, perdono sus faltas y le ayudo a restituir el mal causado. Sabed que el que no se arrepiente no llega a Mí, porque sólo del verdadero arrepentimiento puede surgir la regeneración, la enmienda y la purificación.
¿Mas cómo podríais arrepentiros verdaderamente? He tenido que venir a los hombres, para hacerles comprender lo que significa ante la Divina Justicia, arrebatar la vida a un semejante, destruir la fe, engañar a un espíritu, traicionar un corazón, profanar la inocencia, causar una deshonra, despojar a un hermano de lo que es suyo, mentir, humillar y tantas imperfecciones que pasaban inadvertidas a vosotros, porque os habíais familiarizado con todo ello.
Fue entonces cuando comprendisteis la magnitud de vuestras faltas, la trascendencia de vuestros errores que antes os parecían que carecían de importancia, y fue cuando valorizasteis la intensidad de muchos sufrimientos y dolores que habéis causado, entonces sentís vergüenza de vosotros mismos, os sentíes mirados por Mí en toda vuestra desnudez y con todas vuestras manchas. Por eso es que al escuchar mi palabra llena de ternura, de paz y de pureza, os sentís por un momento indignos de mi amor. Debo deciros que precisamente es a vosotros a quienes vengo a buscar.
Sólo Yo sé la gravedad, la magnitud y la importancia de vuestras faltas, por lo que no daré una sentencia mayor al peso de vuestras faltas, por lo cual os digo que de Mi nada debéis temer, sino de vosotros mismos.
Llegan ante mí muchos pecadores, acusándose de graves faltas y llenos de pesar por haberme ofendido y Yo les he encontrado limpios; por el contrario, otros han venido para decirme que nunca han hecho mal a nadie y Yo sé que mienten, porque, aunque sus manos no se hayan manchado con sangre de su hermano, sobre su espíritu ha caído la sangre de sus víctimas, a quienes han mandado quitar la vida; ellos son los que lanzan la piedra y esconden la mano. Cuando os pronuncio las palabras de: «cobarde», «falso» o «traidor», todo su ser se estremece porque sienten sobre ellos una mirada que los juzga con infinita verdad.
No quiero que habléis de rectitud y vayáis deshojando las rosas, abandonándolas después, porque estáis profanando mi Ley, respetad tanto lo que es vuestro, como lo que es de los demás; sed
A quienes no han sabido respetar las gracias depositadas por Mí en ese ser, les digo: ¿Por qué decís que amáis, cuando no es amor lo que sentís? ¿Por qué procuráis que caigan otras y nada os detiene? ¿Qué sentiría vuestro corazón si lo que habéis hecho con esas flores lo hiciesen con vuestra madre, con vuestra hermana o con la mujer amada y por lo tanto, respetada? ¿Habéis pensado alguna vez en las heridas que causasteis a los padres de aquéllas a quienes cultivaban con tanto amor?
No os culparé ni os reclamaré de lo que hicisteis cuando dabais vuestros pasos entre tinieblas de ignorancia, de pequeñez y de materialidad; pero ahora que tenéis conocimiento pleno de lo que es mi ley, sí persistís en lo ilícito, en lo impuro, responderéis de vuestros hechos ante Dios, quien se manifestaría inexorable para vosotros en vuestra misma conciencia.